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miércoles, 21 de febrero de 2018

Allende la Mar Cuayada (VII): Los salutadores.

Resultado de imagen de guaxa asturias«Aquello era un buen arreglo», pensó la figura encorvada mientras avanzaba por el pasillo en penumbras. No entendía como no se le había ocurrido a ninguna de sus hermanas, aunque teniendo en cuenta su naturaleza, si se les había ocurrido se lo habían guardado para sí. Ella por supuesto lo había hecho durante las reuniones anuales.

Y en verdad era un buen arreglo. Pues aunque tenia ciertas desventajas; como la obligación de vestir como una estúpida consorte del nazareno y tener que asistir a sus aburridos rezos y monsergas; en cambio le ofrecía una amplia despensa a la que echar mano con total impunidad. Le sorprendió lo fácil que había resultado, pues tan solo se había tenido que limitar a matar a una monja de más o menos de su talla, adoptar su aspecto y al poco ya se encontraba trabajando en las cocinas del orfanato. Puesto privilegiado, pues le permitía controlar la alimentación de los niños y ojearlos para determinar de cual alimentarse durante sus visitas nocturnas. Siempre escogía a los desnutridos, tísicos o enfermos, al contrario que sus hermanas, pues su muerte siempre se podía achacar a causas naturales. Podría parecer que tal alimentación era poco sana debido a la escasez de sustancia del producto, pero afortunadamente la guerra, el hambre y a que la directora era un tanto ahorradora, hacia que no hubiese precisamente poca cantidad de niños con esas características.

Se quitó la dentadura postiza y la metió en un bolsillo de la sotana. Acarició con la lengua su único diente fino y aguzado como una aguja de coser, anticipando el deleite de la cena, para luego estirar los brazos y colarse por el hueco de la cerradura del dormitorio comunal.

Resultado de imagen de puño azabacheDentro estaba todo convenientemente oscuro, tan solo iluminado por la luz de luna que entraba por una ventana y de las camas le llegaba la tranquila respiración acompasada de los niños. Se fué directa a la cama de Xuaquin; el pobrecito llevaba unos cuantos días sin apenas probar bocado debido a unas molestias del vientre y a una fea tos que le partia el pecho. Llevaba unos cuantos días alimentándose de él, así que debido a la afección del pobrecito nadie se extrañaría encontrárselo un dia de estos como un paxarín. El alma pal de arriba y la sangre pal el de abajo.

Con lentitud le retiró la mantina y se inclinó sobre el cuello del angelín. ¿Que es esto? Con un respigo se incorporó soltando un siseo involuntario que hizo que varios ronquidos bajasen de tono. En el cuello del niño colgaba un puñero de azabache de un cordel con nueve nudos ¡el niño estaba protegido! ¿quien había sido? ¿había cometido algún error? Se dio la vuelta airada para salir de allí cuando lo escuchó.

«Yo de tí no lo intentaba. Las ventanas están rociadas con extracto de cuerno de ciervo y plata, acabo de meter una piedra negra en la cerradura y todos los rapaces están medidos y acordonados. Así que guajona… se te acabó la folixa.» Dijo una figura saliendo entre las sombras de un armario junto a la puerta del dormitorio. Era un tipo delgado y bien parecido, vestido con un cómodo traje de pana negra y con ojos que no presagiaban nada agradable. En sus manos brillaban dos revólveres Trubia, los cuales hizo girar encarando sus cañones al techo y con un sonoro gargajo escupió en el interior de sus caños.

«Mira, llevo tanto café en la panza que voy a cagar negro durante una semana y pico, así que acabemos con esto rápido. ¿Me haría ese favor?»



El oficio de salutador data de antiguo, pero gozó del mayor pico de popularidad durante el siglo XV. Fue tal su expansión y desarrollo, que junto a la brujería es de las artes arcanas cuyos hechos han sido profusamente documentados por la iglesia y las crónicas locales. Los salutadores son personas que dicen poseer el poder de curar y espantar el mal mediante el uso de su saliva, aliento o diversos residuos corporales que por salubridad y buen gusto no incluiré en este informe. Su denominación proviene del latín salutador, el cual significa literalmente “dador de salud”. Su oficio les puede vincular con sanadores y curanderos, aunque se conocen casos entre la realeza, como el poder curativo de los borbones.

Se consideraba que el poder de un salutador proviene por ser el séptimo hijo de una familia que solo hubiese engendrado varones. Hecho rebatido por las crónicas y los informes recientes, ya que el poder parece no estar vinculado a un sexo concreto, siendo también bastante comunes las mujeres salutadoreas, como indica el caso de la conquense Isabel Gil (ver informe de juicios por brujería en Aragón) Aunque se ha observado que estas tienden a nacer más al Norte, lo cual algunos estudiosos achacan a la proximidad con la Mar Cuayada. También se achaca su origen a haber nacido en Jueves Santo, Viernes Santo, Nochebuena o el día de la Encarnación, haber llorado en el vientre materno y que la madre no diese cuenta de ello al marido, ser el mayor de dos hermanos gemelos o haber nacido dentro de un pellejo o bolsa amniótica. El linaje de un salutador es comúnmente vinculado con Santa Catalina de Alejandria o Santa Quiteria; las cuales, según las crónicas, para ser santas y vírgenes tuvieron un árbol genealógico más tupido que el de un rey. Otra corriente los emparenta con el culto a la diosa Brixit, debido a que los salutadores eran requeridos por su capacidad para la curación, la protección del ganado contra enfermedades y su control sobre el fuego que podia amenazar el hogar.

Fue tal su profusión y solicitud por parte de pueblos y cortes, que la iglesia se vio obligada a controlar su oficio. Esto pudo ser debido al celo profesional, a un intento de proteger al vulgo de charlatanes y a cierta suspicacia de que miembros laicos de la sociedad anduviesen obrando milagros a las espaldas del clero. Gracias a esto existe un basto archivo de datos documentados sobre las acciones y echos de los salutadores, ya que para ejercer su oficio debían de ser poseedores de una licencia eclesiástica, siendo perseguidos por la justicia en caso contrario, llegando las multas al pago de dos ducados a aquellos que les den techo o contraten sus servicios e incluso la pena podía llegar a ser de excomunión. En Asturias, el obispo Álvarez Caldas llegó a incrementar la multa a más de mil maravedís, aparte de excomunión, maniobra que sirvió para disuadir a los charlatanes y permitió a la iglesia separar la grana de la paja a la hora de controlar a tales individuos. Por aquel tiempo los oseros estaban bajo el control de la inquisición (ver informe sobre la segunda torre de la catedral de Oviedo), la cual incorporó al cuerpo a todo aquel salutador probado, los cuales demostraron su utilidad gracias a su capacidad de sanar rápidamente las heridas en las misiones de campo, ademas de su poder de bendecir armas y expulsar entidades foriatas menores.

Aún con ese control, muchos salutadores decidieron ejercer de forma clandestina, ya sea por interés o movidos por la piedad hacia aquellos a los que no podian ayudar si estaban bajo el ala de la iglesia. Por ello fueron perseguidos y hoy en día es muy difícil encontrar alguno, ya que se muestran bastante suspicaces a usar sus poderes, si es que se llegan a percatar de ellos. Durante la refundación de Jovellanos, este consiguió contactar con algunos, los cuales terminaron uniéndose a los oseros, pero aún así su número continua siendo escaso.

El poder de un salutador reside en su saliva, la cual ha demostrado ser un potente catalizador de la cicatrización y regeneración celular, la cual le permite proezas como poder meterse aceite hirviendo en la boca o caminar sobre las brasas, métodos que eran usados por los eclesiásticos para conceder la licencia. Curiosamente este poder regenerador para con el fuego solo afecta a ese elemento, ya que las quemaduras por frio extremo, ácido o veneno no parecen entrar dentro de esa clasificación.
Se ha analizado químicamente la saliva y esta no ha demostrado nada extraordinario, aunque se ha teorizado que sus propiedades provienen de una llaga en forma de cruz que todo salutador tiene en el cielo de la boca, la cual ha sido clasificada como una glándula arcana desconocida o un anclaje de la Mar Cuayada con este mundo, parecido a un Negrón pero en pequeño tamaño. Se ha demostrado que la saliva no puede ser envasada para su reutilización, lo cual seria un probado avance médico, sino que debe de provenir de la boca del mismo sujeto fuente.

Salutador
Ventaja: Transfondo Arcano (Salutador).
Habilidad arcana: Salivación (Especial).
Puntos de poder: Especial.
Poderes iniciales: 3.

Reglas especiales:
De santa y exclusiva estirpe. El salutador comenzará con los siguientes poderes: Castigo, curación y protección medio ambiental (fuego). A lo largo de su carrera podrá adquirir los poderes de destierro y proyectil. Al no depender de ninguna característica, su habilidad arcana cuesta el doble
Saliva. Para hacer uso de sus poderes, el salutador debe de mantener su boca húmeda y convenientemente salivada. Al depender de ella sus puntos de poder se ven reflejados en su capacidad de salivar, la cual en términos de juego implicará el empleo de una acción para gargajear y lanzar su dado de la habilidad Salivación junto a su dado salvaje, uno de los resultados sin explotar indica sus PP. Los salutadores suelen procurar mantener el flujo con sencillos trucos como mascar tabaco, caramelos o mordisquear una brizna de hierba, lo cual les permite mantener la salivación fácilmente, complicándose la situación si no lo hacen ya que tendrán un -2 a la tirada de gargajear.
Boca seca. Cada turno, se restará uno a los PP generados por gargajear, aparte del mantenimiento de hechizos. A su vez, cada vez que se gargajee, los PP generados sustituyen a los anteriores.
Esto es tan incomodo tanto para tí como para mí. Todos los poderes del salutador implican el uso de su saliva, lo cual viene a decir que deberá escupir en las heridas que tratará, las armas que bendecirá y lamer las partes que entrarán en contacto con el fuego.
Puag. Si recibe una herida, el salutador deberá de realizar una tirada de Espíritu para no perder todos sus PP por un escupitajo involuntario.
Cof, cof… dios… que me rompo. Si se obtiene un uno en el dado de Salivación, el salutador queda aturdido y si obtiene un fallo crítico no podrá volver a salivar durante todo el combate.
Tengo la lengua como la de un gato. El poder de curación ha sido modificado y permite ser lanzado sobre una herida que ha sobrepasado la hora de oro, pero el contrapunto es que solo admite un intento por nivel de herida. Castigo y protección medio ambiental no pueden ser lanzados a la ligera, ya que la saliva se seca y eso hace que su su mantenimiento implicaría que el salutador se dejase la lengua como el felpudo de una casa de citas cuando hay soldados de permiso.

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